En Bajo la Línea leo una entrada sobre el marketing sensorial, que apela a los cinco sentidos, que presenta como un concepto más que una estrategia aplicada realmentte por las empresas para la gestión de sus marcas.
Comentan entonces en Bajo La Línea la noticia en The New York Times sobre algunos hoteles neoyorkinos que ya crean ambientes distintos en distintas áreas del hotel a base de sonorizaciones, ambientaciones y fragancias diferentes en cada una de ellas.
Para ello se diseñan fragancias a medida o, por supuesto, música. Esto me recuerda la empresa de un amigo que se dedica exactamente a eso, música a medida: MusicQuarium.
Y toda esta lectura y reflexion me recuerda algo que en Valencia, y seguro que en otros sitios, se vienen haciendo tiempo atrás, la Cena de los Sentidos, una cena en la que jueguen no sólo el gusto, el olfato y el tacto, sino el oido y la vista (o la falta de ella), lo que trae a colación una de las teorías del brindis que comentaba aquí antes de verano.
En definitiva, una muestra más de como el marketing es hábil, ladino y –bien llevado– muy bonito, como ya sabemos por el merchandising. Todos hemos leído como los productos en la cabecera del lineal son los que más se compran, la variedad de producto de un mismo fabricante le ofrece mayor espacio en el lineal, como las músicas incitan a alargar la compra o abreviarla o como el cambiar todo de sitio obliga a los clientes a recorrer el local por completo efectuando más compras...
Aunque para novedades (para mí) en marketing, y desde luego relacionado con el sensorial, el blog de un hotel en el que dicha entidad cobra vida y nos cuenta las experiencias durante su creación un año antes de inaugurarse. Desde luego una idea original, sino brillante, sobre todo al conseguir focalizar la atención de los internautas.
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