La gente asertiva que puntuaba bajo en la escala de identidad moral era más proclive a mentir que la gente pasiva con igual puntuación en valores, confesando haberlo hecho la semana anterior.
En cambio entre aquellos que puntuaban alto en valores morales, la gente asertiva mentía menos que la pasiva.
Parece, en definitiva, que no siempre el poder corrompe sino que como en el caso de la asertividad lo que ocurre es que amplifica tendencias éticas preexistentes. Sabéis que vivimos con internet y las redes sociales un proceso de “empoderamiento” del individuo conectado. También que son muchos los valores positivos que aprendemos día a día por aqui.
Hay esperanza…
El caparazón: El poder amplifica lo peor y lo mejor de nosotros mismos
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