La crítica no es mala, sino necesaria.
"Es la crítica, como espero señalar yo mismo algún día, la que convierte a la mente en un instrumento sofisticado. En nuestro sistema educativo, hemos cargado la memoria con un montón de hechos inconexos, y nos hemos empeñado laboriosamente en impartir ese conocimiento tan laboriosamente adquirido. Enseñamos a la gente cómo recordar, nunca les enseñamos como desarrollarse. Nunca se nos ha ocurrido tratar de desarrollar en la mente una cualidad más sutil para la aprehensión y el discernimiento.
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No, los sentimientos no nos harán cosmopolitas, como tampoco podía hacernos cosmopolitas el afán de enriquecimiento. Sólo cultivando el hábito de la crítica intelectual seremos capaces de superar los prejuicios raciales. Goethe –y no malinterpretarás lo que digo– era el más alemán de los alemanes. Amaba a su país –nadie lo amó más. Quería a sus compatriotas, y fue su líder. Pero cuando los férreos cascos de Napoleón pisotearon los viñedos y los trigales, sus labios guardaron silencio. "¿Cómo puede uno escribir cantos de odio si no odia?" le dijo a Eckerman, "¿y cómo podría yo, que sólo doy importancia a la cultura y a la barbarie, odiar a una nación que está entre las más cultas de la tierra y a la que debo una parte tan grande de mi propia cultura?". Esta nota, que Goethe fue el primero en hacer sonar en el mundo moderno, se convertirá a mi juicio en el punto de partida para el cosmopolitismo del futuro. La crítica aniquilará los prejuicios raciales al insistir en la unidad de la mente humana con toda la diversidad de sus formas. Si tenemos la tentación de declararle la guerra a otra nación, recordaremos que estamos intentando destruir un elemento de nuestra propia cultura, y posiblemente su elemento más importante. Mientras consideremos perversa a la guerra siempre tendrá su fascinación. Cuando nos parezca vulgar dejará de ser popular. … La crítica intelectual unirá a Europa con vínculos mucho más estrechos que los que pueden forjar el comerciante o el sentimental. Nos proporcionará la paz que nace del entendimiento.
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Es la crítica, no reconociendo ninguna posición como definitiva y rehusando atarse a los dogmas de cualquier secta o escuela, la que crea ese sereno talante filosófico que ama a la verdad por sí misma, y que no la ama menos porque sepa que es inalcanzable.
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El crítico de arte, como el místico, es siempre paradójico. Ser bueno, según el concepto vulgar de bondad, es obviamente muy fácil. Tan sólo requiere una cierta dosis de terror sórdido, una cierta carencia de pensamiento imaginativo y una cierta pasión abyecta por la respetabilidad de las clases medias. La estética es más elevada que la ética. Pertenece a una esfera más espiritual. Discernir la belleza de una cosa es la mayor excelencia que podemos alcanzar. Incluso el sentido del color es más importante en el desarrollo del individuo que el sentido del bien y del mal. De hecho la estética es a la ética en la esfera de la civilización consciente lo que, en la esfera del mundo externo, la selección sexual es a la selección natural. La ética, como la selección natural, hace posible la existencia. La estética, como la selección sexual, hace la vida bella y fascinante, la colma de nuevas formas y le proporciona progreso y variedad y cambio. Y cuando alcancemos la verdadera cultura que es nuestro objetivo, conseguiremos esa perfección con la que soñaron los santos, la perfección de aquellos para los que es imposible pecar, no porque renuncien como el asceta, sino porque pueden hacer todo lo que desean sin dañar al alma, y no pueden desear nada que cause daño al alma, siendo el alma una entidad tan divina que es capaz de transformar en elementos de una experiencia más rica, o de una susceptibilidad más sutil, o de un nuevo modo de pensar, actos o pasiones que en el individuo corriente resultarían vulgares, o innobles en el inculto, o viles en el rastrero. ¿Es esto peligroso? Sí, es peligroso –todas las ideas, como te he dicho, lo son.
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La creación siempre va por detrás de su tiempo. Es la crítica la que nos guía. El espíritu crítico y el espíritu del mundo son la misma cosa."
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